¡Hola! Mi nombre científico es Quercus Ilex y pertenezco a la familia de las fagáceas de la clase Magnoliopsida. Pero todo el mundo me conoce como “LA ENCINA DE SAN PATRICIO”.
Tuve la suerte de nacer y crecer en el pueblo de Pancar. Tengo más de 1000… años y mido más de 19 m. Soy la vigía en lo alto del pueblo y espectadora muda de incontables acontecimientos. Mi historia está conectada con la figura de Don Gaspar de la Vega, hijo de este pueblo, quien era un indiano que hizo las Américas en Nueva York y que tenía una profunda devoción por San Patricio. Don Gaspar donó la finca en la que me encuentro para que el pueblo de Pancar erigiera nuestra capilla en honor al santo. Así, en 1922 se inició la construcción de la capilla, cuyas obras finalizaron en el año 1923. En la finca existe una cueva conocida como la Cueva de San Patricio. Durante la Guerra Civil en los años 1936-1937 fui testigo de cómo la gente se refugiaba en ella debido a los bombardeos que se realizaban casi a diario sobre la población. Bajo mi sombra, he visto a los hijos del pueblo nacer, crecer, celebrar bautizos, comuniones o bodas. He presenciado los primeros encuentros de los rapaces y las rapazas, los primeros besos, los partidos de fútbol y los picnics improvisados. Así, he compartido alegrías, pero también tristezas. Aunque muchos vecinos de Pancar tuvieron que emigrar en el pasado, éstos siempre han vuelto para visitarme y admirarme. Me gustaría destacar las fiestas de San Pedro, las cuales se celebran en el mes de junio y en las que tengo la oportunidad de ver de primera mano las celebraciones de un pueblo que cuida con mimo cada detalle para honrar al Santo mediante misas, novenas, bailes regionales, danzas primas, aldeanas y porruanos que se visten para la ocasión.
todos los diecisiete de marzo, cómo la villa de Llanes ilumina de verde, el color de la esperanza, su basílica, sus murallas, su torreón y como no podía ser de otra manera, también a la única capilla en España levantada para venerar a este santo, que va más allá de una figura religiosa, y que se ha convertido en un icono mundial de los países «verdes», haciendo referencia a una cultura, un folclore, una etnografía, una mitología… en definitiva, una tradición común a la asturiana y por ende a la llanisca. Siempre estoy aquí, con mis ramas abiertas a acoger a quien nos visita bajo mi sombra. Como colofón, puedo comentar que en cada una de mis hojas está escrita la historia de cada uno de los hijos de este pueblo.