Sabinar de Las Blancas.

Puebla de San Miguel.

Localización

Historia, leyenda y curiosidades

Leyenda de las Viejas Sabinas de Las Blancas

Hace muchos siglos, antes incluso de que los romanos trazaran calzadas y los reinos de taifa marcaran fronteras, existía en estas tierras un bosque ya viejo, habitado por árboles que parecían más viejos que el propio cielo. Se decía que esos árboles —las sabinas— eran guardianes del silencio de las montañas, centinelas de eras pasadas.

Origen del nombre

“El nombre de Las Blancas” proviene de la corteza de estas sabinas albares: su tronco plateado, claro, que al reflejar la luna y al incidir la luz del amanecer, parece blanquearse, resplandecer como si la luz habitara en su propio cuerpo. Los lugareños, al divisarlas de lejos, decían que eran “las que visten de luz”, sabinas blancas entre sombras verdes y grises de roca.

Curiosidades reales

• Las Blancas es una microrreserva de flora de 6 hectáreas con ejemplares de sabina albar (Juniperus thurifera) que en algunos casos rozan los 1.000 años de edad.
• Forma parte de los espacios vegetales más singulares de la Comunitat Valenciana, con una concentración notable de sabinas monumentales.
• En 2001 este bosque formó parte del calendario que la Diputación de Valencia editó sobre árboles monumentales de la Comunidad Valenciana, siendo una imagen de Las Blancas la portada del mismo.
• En 2021 se rindió homenaje a Jesús Monedero, agente medioambiental de la Puebla de San Miguel durante casi tres décadas, por su labor en la conservación de estos sabinares y de sus ejemplares monumentales. Una de las sabinas catalogadas tiene desde entonces su nombre “El Sabino de Jesús Monedero” y forma parte de este espectacular bosque.

Importancia del bosque urbano y motivo de la presentación al concurso

Nuestro Sabinar de las Blancas, situado a 1.400 m de altitud, es una peculiar formación boscosa donde la sabina albar (Juniperus thurifera L.) aparece como la especie arbórea más destacada y casi exclusiva. Los sabinares pueden ser considerados bosques relictos, ya que sus antecesores han sido capaces de vivir desde el terciario (la era de los dinosaurios) hasta nuestros días.

El bosque existe y resiste en terrenos muy extremos, donde otras especies no son capaces de hacerlo, en lugares secos, fríos, pedregosos, soleados…y de mucha altitud, en Puebla de San Miguel por encima de los mil quinientos metros de altura.

¡Un auténtico superviviente de la naturaleza!

Los sabinares crecen despacio, casi imperceptiblemente, como lo hacen todos los de su especie, pero con el paso de los siglos el nuestro ha llegado a convertirse en un impresionante bosque adulto con centenares de sabinas albares, alguna casi milenaria. Veinte de estas sabinas aparecen en el catálogo valenciano de árboles monumentales y al menos tres superan los 800 años.

No estamos ante uno de los típicos bosques de los cuentos, húmedos y frondosos de princesas atrapadas y elfos escurridizos, sino ante un bosque abierto, adehesado y de frescas praderas, más parecido a paisajes quijotescos de gigantes y molinos.

¡Un verdadero bosque mediterráneo llevado al extremo!

Se ha conservado en buen estado gracias a las prácticas ganaderas que han sido realizadas por los habitantes de La Puebla durante siglos para alimentar al ganado y que han formado y moldeado a estos árboles hasta llegar a alcanzar edades y diámetros impresionantes. Podas que producen forraje en invierno durante las nieves y frescos pastos y sombra en verano.

Presentamos el Sabinar de las Blancas como candidato a bosque del año por ser uno de los más hermosos legados naturales que aún se conservan en las tierras altas de la Comunidad Valenciana, y que ha contribuido entre otras razones, a la declaración del Parque Natural de la Puebla de San Miguel. Y también por ser ejemplo de relación especial entre el hombre y la naturaleza, entre los vecinos de la Puebla y por ende del Rincón de Ademuz, con su emblemático bosque.

¡Un patrimonio natural único, forjado por hacha de hombre y mordisco de animal!

Zona de encuentro de pastores que guardaban sus rebaños en corrales que aún existen y abrevaban sus ovejas en la Fuente de las blancas, zona de encuentro de labradores que tras largas jornadas de siega descansaban bajo su sombra.

Hoy en día sigue siendo uno de los parajes más visitados y queridos del parque, tanto por los vecinos de la Puebla de San Miguel como por los visitantes que se acercan hasta este pequeño pueblo solo para contemplar la belleza de este mágico lugar.