Almez del Parque Bruil.
Zaragoza
Localización
Historia, leyenda y curiosidades
La historia del Almez es inherente a la historia de la finca en la que se encuentra, hoy el actual Parque Bruil. Es verdad que no existen datos sobre la edad concreta de nuestro candidato, pero técnicos expertos en arboricultura apuestan casi seguro que se trata de un árbol centenario. En cuanto a la finca en la que se encuentra, fue en origen el espacio histórico del olivar del Convento de San Agustín, protagonista a la vez que testigo de las diferentes etapas históricas de la ciudad.
Con motivo de la Guerra de Independencia Española, aquellos olivos, en su día cultivados con mimo por los Padres de San Agustín, fueron talados antes del asedio francés, con el fin de evitar que los soldados enemigos pudiesen utilizar los troncos como parapeto. Con la práctica destrucción del Convento de San Agustín durante el Segundo Sitio de Zaragoza (1809) y la posterior desamortización de Mendizábal, los terrenos pasan a manos del estado.
No es hasta el año 1842 cuando podemos hablar del origen del actual parque: la Finca Torre Bruil, debiendo su nombre a Juan Faustino Bruil y Olliarburu ( 1818- 1878), quien compró por 40000 reales la que fuera propiedad de los agustinos, ampliándola con la adquisición de terrenos colindantes de huertos y olivares e instalando allí su lujosa residencia. Fue pretensión de este banquero y hombre de negocios aragonés crear un ambicioso y ornamental jardín, que a ojos de los ciudadanos era un vergel para disfrute de la elite burguesa de la ciudad. Juan Bruil había conseguido cumplir su sueño de convertir unos terrenos yermos en una frondosa finca con gran variedad de ejemplares de plantas y árboles, además de traer diferentes especies animales. Si bien se trataba de un espacio privado, Juan Bruil accedió a que los ciudadanos pudiesen visitar los días festivos aquel maravilloso lugar de esparcimiento.
Después de la familia Bruil, la finca pasaría por otras manos y modificaciones más o menos acertadas como incluso albergar un campo de fútbol. Sí es verdad que la finca ya nunca perdería su esplendor como terreno que había sido creado para albergar gran variedad de ejemplares de árboles, arbustos y plantas, así como seguir siendo espacio importante para la vida social que allí se desarrollaba. Después de un paréntesis de abandono durante la guerra civil, el Ayuntamiento de Zaragoza consigue expropiar los terrenos y es el 18 de julio de 1965 cuando se inaugura oficialmente el Parque Bruil, en homenaje al nombre del que había sido en realidad su fundador y mentor.
En este contexto, aunque se desconoce la edad exacta del Almez, su carácter casi centenario le convierte en testigo de la historia del barrio y de la vida social desarrollada en esta parte de la ciudad, siendo en este sentido un icono de la memoria de la vida que los barrios colindantes desarrollan en este espacio desde hace décadas. Constituye también un importante elemento de referencia en el espacio público que se encuentra, ordenando sutilmente la actividad en el parque: desde celebración de cumpleaños, pasando por partidos de fútbol espontáneos y otros juegos de los más jóvenes del barrio, hasta los encuentros de familias y amigos que toman algo en la terraza con vistas al Almez o vecinos que pasean a sus perros a diario o los que juegan a la petanca una mañana de domingo. Para todos es el Almez un elemento espacial que nos orienta, pero que también nos acompaña y cobija con su majestuosa presencia.
Como último dato, citar que el almez es catalogado en 2019 como “Árbol Singular Urbano de Zaragoza”.
Importancia del árbol y motivo de la presentación al concurso
El motivo principal, por el que los vecinos del parque Bruil de Zaragoza queremos presentar “el Almez del Bruil” a Árbol del Año, es porque simboliza el respeto a la naturaleza por parte de las diferentes generaciones que vivimos el parque. Es este espacio y sus árboles el pulmón verde de
los barrios zaragozanos de San Agustín, Tenerías, La Madalena, San Miguel y las Fuentes, de modo que el compromiso social por su cuidado y mantenimiento han sido siempre seña de identidad de sus gentes.
Si bien en el parque hay también otros ejemplares dignos de ser presentados al concurso, la historia y simbolismo de este almez le hace especial. Si hoy en día luce frondoso y fuerte es gracias a un éxito colectivo derivado de la preocupación de los vecinos, representados por diferentes asociaciones vecinales y organismos ecologistas, que solicitaron en 2015 una visita de expertos en arboricultura para valorar la toma de medidas para su protección. Así, en el año 2017 el Ayuntamiento de Zaragoza, propietario del ejemplar, procede a su vallado, para evitar proceso de estrés que estaba ocasionando la compactación del suelo, con la consiguiente reducción de oxígeno y nutrientes que garantizasen que el árbol pudiese seguir creciendo fuerte. Este deseo compartido por la comunidad de proteger el Almez ganaba todavía más fuerza después de no haber podido salvar a otro ejemplar de la misma especie, “el viejo almez”, por lo que nuestro candidato debería seguir siendo la continuidad viva de su antiguo compañero.
Lo más entrañable de esta historia es que en la mente de todos estaba presente la premisa “hay que salvar el Almez”, de modo que todos los vecinos, desde niños a mayores, hemos respetado el vallado todos estos años, tomando conciencia de lo importante que era respetar el suelo alrededor de su tronco. Así, sin querer, el almez vallado iba a ser el mejor ejemplo de la concienciación social del barrio respecto al cuidado de la naturaleza en general y de los espacios arbolados en entornos urbanos en particular.
Cargadas de gran simbolismo de ese amor a la naturaleza son las fotos que acompañan este texto, en las que el árbol recibe un abrazo colectivo en 2016 por parte de los alumnos del cole del barrio, el CEIP Tenerías. El compromiso social del barrio con el parque nace ya en las aulas, con la organización de excursiones escolares al parque Bruil para conocer mejor los ejemplares que lo habitan y aprender a respetar el que es “nuestro pequeño bosque”. Seguro que ese amor que recibió el Almez de sus amigos más pequeños le dio la fortaleza para querer seguir existiendo y acompañarnos en la actualidad con su gran personalidad y sombra. Su bella silueta le hace destacar entre sus compañeros, pero es su aura noble y su especial vinculación con sus vecinos la que le otorga toda la legitimidad para no ser solo el árbol del barrio, sino de ser un meritorio candidato a Árbol del Año de España y de Europa.





